Esta mañana me encontré con un excelente artículo de Ariel Torres publicado en la sección Tecnología de La Nación.
Tengo la costumbre de empezar el día temprano, incluso los fines de semana. Enciendo la computadora y antes de empezar con lo que sea que tenga que hacer, me doy una vuelta rápida por las noticias. Hoy me detuve más tiempo en El lado oscuro de la Internet de las Cosas, donde Torres realiza una introducción amena, comprensible y amplia del concepto y alcance de IoT (Internet of Things). Sin embargo, el eje del artículo hace centro en los aspectos eventualmente negativos de IoT, particularmente aquellos relacionados con la seguridad y la privacidad.
Lejos de criticar este enfoque (insisto, el artículo de Ariel Torres me parece excelente), siento la necesidad de complementarlo con alguna información adicional.
El hombre descubrió el fuego hace un millón de años, monedas más, monedas menos. Hoy nadie en su sano juicio puede cuestionar las bondades de semejante hallazgo. Sin embargo, a medida que fuimos evolucionando, inventando y perfeccionando cosas, el fuego fue agregando fichas a su lado oscuro. No fue sino hasta que el hombre (el ser humano) construyó una choza e hizo fuego adentro para tomar unos mates que se entendió la necesidad de crear el cuerpo de bomberos. Pero de ninguna manera estos inconvenientes ensombrecen la utilidad infinita del fuego.
La evolución tecnológica tiene eso. Es un proceso en el que los beneficios vienen acompañados por una parte contraproducente e indivisa. El problema aquí —y creo que es por donde pasa el eje— es la velocidad. La evolución de la tecnología va muy rápido, exigiendo cada vez más agilidad para neutralizar problemas de una complejidad progresiva.
Internet de las Cosas nos pondrá a prueba en muy poco tiempo. Decenas de miles de “cosas” interactuando entre sí y con las personas a través de procesos automatizados que generarán una cantidad inimaginable de información que deberá ser procesada de manera inmediata (lo que Torres describe como big data).
Lo importante aquí, en mi opinión, es ser conscientes de que, en términos de privacidad y seguridad, podremos predecir algunas situaciones y otras no. Tendremos que habituarnos a convivir con lo que en la jerga de los sistemas de gestión de calidad se conoce como acciones preventivas y correctivas.
¿Es un avión 100% infalible? Sabemos que no. Sin embargo seguimos utilizando ese medio de transporte, considerado el más seguro del mundo. Y esto no es marketing. Quizás por el cariz catastrófico que tiene cualquier accidente aéreo, la industria aeronáutica ha implementado a lo largo de su corta historia uno de los mecanismos de seguridad más eficientes. Cuando se produce un accidente —en general con resultados lamentables—, la investigación se focaliza en encontrar la causa y establecer mecanismos y procedimientos la neutralicen, de forma tal de que no vuelva a producirse un accidente por la misma razón.
Si se van a cometer errores, que sean nuevos.
IoT requerirá, por su inevitable penetración en áreas de alta sensibilidad —la salud, por ejemplo—, la instrumentación de mecanismos similares a los que utiliza la industria aeronáutica.
La Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU, por sus siglas en inglés) desarrolló en Singapur el pasado 18 de enero el Forum on Internet of Things in Smart Sustainable Cities: A New Age of Smarter Living impulsado por la Comisión de Estudio SG20.
Internet Society, por su parte, reunió el pasado 18 de febrero en Mountain View, California, a los principales referentes del sector en la conferencia INET (Internet of Things Conference).
En ambos casos, la seguridad y privacidad fueron temas centrales, poniendo de manifiesto una preocupación que está vigente en el núcleo de ambas organizaciones. (Recomiendo la exposición de la Ing. Michele Guel, de Cisco).
En resumen, no estoy en desacuerdo con tener presente el lado oscuro de Internet de las Cosas en la medida en que la relación con sus beneficios sea equivalente a la relación de tamaño entre el espejo retrovisor y el parabrisas. Si es así, vamos para adelante.