«Yo personalmente les garantizo a todos los aquí presentes que si Deep Blue participa en ajedrez de competición, personalmente, repito, garantizo que le haré pedazos».
El 10 de febrero de 1996, el campeón del mundo Gary Kaspárov se sentó por primera vez ante un oponente sin sangre en las venas. Ese sábado, a un ritmo lento, Deep Blue ganó la primera de seis partidas que terminaron, una semana después, con el triunfo del ajedrecista por 4 a 2. Quince meses después, en mayo de 1997, una versión mejorada y rebautizada como Deeper Blue terminó derrotando al ruso al ganar 3 de las 6 partidas y terminar una cuarta en tablas. En esa oportunidad, la curiosa reacción de la supercomputadora ante una jugada le despertó la sospecha de que un ser humano pudiera estar detrás de ese movimiento. Fue entonces que el campeón Gary Kaspárov desafió abiertamente a IBM (fabricante de Deep Blue) con la frase que inicia este artículo.
Durante el quindenio siguiente digerimos como pudimos hitos tan impactantes como la creación de un buscador bautizado con el extraño nombre de Google, la defunción de la edición en papel de la emblemática Enciclopedia Británica (después de 244 años ininterrumpidos), el lanzamiento de un teléfono llamado iPhone que —según su creador Steve Jobs— revolucionaría el mundo de la telefonía, la desaparición de la cadena Blockbuster de la faz de la tierra como los dinosaurios (sin entender qué pasó) y las redes sociales que mantienen ocupados a casi 2.000 millones de usuarios de Internet.
El programa de televisión estadounidense Jeopardy! es un concurso de conocimientos de formato singular: un panel presenta pistas sobre literatura, arte, historia, geografía, idiomas, ciencia y cultura general con formato de respuestas, y los concursantes deben formular las preguntas correspondientes. En febrero de 2011, la plataforma de inteligencia artificial IBM Watson se alzó con el premio mayor de un millón de dólares al vencer a Ken Jennings y Brad Rutter, los dos mejores concursantes de la historia del programa.
Desde aquella primera partida de ajedrez entre Gary Kaspárov y Big Blue hasta hoy hemos asistido a más innovaciones que las ocurridas en los dos últimos siglos. Hoy, la 4ª Revolución Industrial (con Internet de las Cosas como buque insignia y la Inteligencia Artificial como estandarte) nos propone apretar todavía más el acelerador.
Llegado este punto tengo que confesar, con algo de nostalgia, que estoy perdiendo la capacidad de asombro.
Tengo que confesar, con nostalgia, que estoy perdiendo la capacidad de asombro.
Uno de los principales campos de aplicación de la Inteligencia Artificial (AI) es la investigación médica y el cuidado de la salud. El proyecto Watson ha hecho avances significativos en el diagnóstico de cáncer asistido por Inteligencia Artificial, además de todo lo relacionado con el cuidado intrahospitalario de pacientes. Pero no son los únicos: Alexa(Amazon) y DeepMind Health (Google) están en el mismo camino.
Pero los chinos… los chinos llevan la delantera.
La antigua Big Blue nada podría hacer frente a Watson (que existe gracias a Big Blue). Sin embargo, la Inteligencia Artificial es un desarrollo en constante evolución, y en ese progreso está haciendo logros significativos. La compañía china iFlytek Co. diseñó un robot capaz de capturar y analizar información de los pacientes. Pero eso no es todo: Xiaoyi (así se llama) fue capaz de tomar y aprobar el examen nacional para obtener la licencia médica. De hecho, obtuvo 456 puntos, 96 por encima de la calificación requerida.
Xiaoyi aprobó el examen nacional para obtener la licencia médica con 456 puntos, 96 por encima de la calificación requerida.
El objetivo de iFlytek no es que Xiaoyi reemplace a los médicos (de carne y hueso), sino que los ayude a mejorar su eficacia en el diagnóstico y futuros tratamientos. China tiene una escasez severa de médicos clínicos en las zonas rurales, y se espera que la Inteligencia Artificial ayude a que más personas accedan a atención médica primaria de calidad. En palabras de Liu Qingfeng, presidente de iFlytek: «Vamos a lanzar oficialmente el robot en marzo de 2018. No está destinado a reemplazar a los médicos, sino a promover una mejor cooperación entre personas y máquinas a fin de aumentar la eficiencia».
Marzo de 2018. Apenas dentro de un mes.
En septiembre del año pasado entré al hall de la Facultad de Medicina de la UBA (Universidad de Buenos Aires) y paré al azar a unos 30 estudiantes (necesitaba recabar información para una conferencia que estaba preparando). Les hice una sola pregunta: «¿Sabés qué es Internet de las Cosas?». Nadie supo responderme. Ni uno. (También crucé la plaza y repetí la experiencia en la Facultad de Ciencias Económicas, con el mismo resultado.)
Además de estar atentos a lo que sucede en el mundo (en apenas 18 días empieza el Mobile World Congress en Barcelona), debemos asumir el compromiso de diseñar e inventar nuestro futuro. Tenemos la responsabilidad de pensar cómo vamos a reconvertir a los trabajadores para que se desarrollen en un mundo en el que van a desaparecer dos tercios de los trabajos actuales. No podemos eludir la urgencia de pensar cómo vamos a preparar a los chicos que dentro de menos de un mes van a empezar primer grado para que, cuando egresen en el 2030 (año en el que los chinos ya tendrán nuevas generaciones de médicos robots atendiendo en las zonas rurales), tomen la posta.
Nuestro futuro es lo que nos animemos a imaginar y tengamos el valor de inventar.