El Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey —una de las universidades de mayor prestigio en Latinoamérica y el mundo— cuenta hoy con más de 30 campus diseminados en todo el país que albergan a unos 145.000 estudiantes. Además de su prestigio académico, el Tec de Monterrey es un reconocido líder en innovación tecnológica. La mañana del 8 de agosto de 2011, el Dr. Alejandro Aceves López —experto en robótica del campus Estado de México— recibió un paquete. La etiqueta llevaba su nombre y estaba acompañada de la leyenda «Frágil». Al abrirlo, la onda expansiva producida por la explosión de un tubo galvanizado de 30 centímetros relleno de pólvora lo tiró al suelo junto al colega que estaba con él. Tamnbién quemó parcialmente un mensaje del que solo quedó legible la frase “…herir o matar maestros o estudiantes…”. Veinticuatro horas después, un grupo autodenominado ITS (“Individualidades Tendiendo a lo Salvaje”) se adjudicó el atentado a través de un manifiesto en el que, entre otras observaciones, criticaba con dureza los avances de la nanotecnología, la informática, la robótica y sus efectos y consecuencias devastadoras.
Graduado en la Universidad de Harvard y con un doctorado (PhD) en matemáticas por la Universidad de Míchigan, Theodore Kaczynski inició la que parecía ser una muy prometedora carrera en el mundo de la ciencia. Sin embargo, a los 27 años abandonó todo y se mudó a una cabaña sin luz ni agua corriente en la región de Montana. Para sobrevivir, aprendió y aplicó técnicas de supervivencia. Corría el año 1971. En 1978 envió la primera de dieciséis bombas a universidades y compañías aéreas con las que, a lo largo de 17 años, terminaría matando a 3 personas e hiriendo a otras 23. El 24 de abril de 1995 mandó una carta al diario The New York Times prometiendo terminar con sus actos de terrorismo si publicaban (ellos o The Washington Post) su manifiesto titulado La sociedad industrial y su futuro, con el que pretendía hacer públicas sus quejas contra el desarrollo de las nuevas tecnologías. Unabomber (así fue bautizado por el FBI) fue detenido y condenado a cadena perpetua.
La primera Revolución Industrial tuvo un impacto económico, social y tecnológico para el que la población no estuvo preparada (algo de esto ya mencioné en mi artículo Efectos colaterales). En 1844 se introdujeron en Cataluña las primeras máquinas de hilar automáticas (las llamaron selfactinas, por el término inglés «self-acting») que ahorraban mano de obra. Cinco años después, estas máquinas manejaban más de 90.000 husos de hilar, y hacia 1854 superaban los 200.000. En julio de ese año los obreros se alzaron contra esta situación, incendiando varias de las fábricas que usaban estas máquinas para hilar el algodón. En una de ellas murió el dueño, su hijo y el capataz. Al día siguiente fueron ejecutados tres hiladores, y el levantamiento se convirtió en una huelga pacífica, manteniendo paradas más de 50 fábricas y reclamando que se saquen las selfactinas. Ante esta situación, el líder del movimiento obrero mantuvo una reunión con el capitán general, de la cual surgió una orden de este último prohibiendo el uso de las máquinas.
El episodio en el Tec de Monterrey, las andanzas de Unabomber y el triste destino de las selfactinas tienen un denominador común: el ludismo.
El episodio en el Tec de Monterrey, las andanzas de Unabomber y el triste destino de las selfactinas tienen un denominador común: el ludismo. Este movimiento, encabezado por artesanos ingleses que protestaban contra el uso de las nuevas máquinas que destruían el empleo, se convirtió en el germen de otros movimientos similares contra el desarrollo industrial y tecnológico (la destrucción de trilladoras durante los disturbios de Swing de 1830, por ejemplo).
El neoludismo, descendiente directo del ludismo y devenido en corriente filosófica, se opone a todo tipo de desarrollo científico y tecnológico. Enarbolando su preocupación por el impacto que la tecnología tendrá sonbre las personas y el medio ambiente, establece como piedra angular el principio de precaución, que consiste en la aplicación de medidas de protección aunque no exista prueba científica de la existencia de riesgos.
El pasado 29 de diciembre, la Sala II de la Cámara de Apelaciones en lo Penal, Contravencional y de Faltas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ordenó el bloqueo a nivel nacional de las actividades de Uber en Internet, incluyendo «las plataformas digitales, aplicaciones y todo otro recurso tecnológico que permita contratar y/o hacer uso de los servicios de transporte de pasajeros que ofrece».
A pesar de la cuestionable capacidad de los seres humanos para tropezar dos veces con la misma piedra, extrapolar las experiencias del pasado y capitalizarlas en el contexto de la 4ª Revolución Industrial podría ser, tal vez, una idea inteligente.