Noviembre ha sido un mes curioso. Y no por las cosas que pasan —y me pasan— todos los noviembres, sino por las otras. Esas cosas que quedan guardadas en algún cajoncito de la mollera, y que después me producen satisfacción cada vez que las recuerdo
Hace unos días, mis padres me avisaron que mi tío abuelo Gustavo, a quien no veía desde hacía por lo menos 30 años, estaba viviendo en San Miguel. Fui a visitarlo. Sacerdote jesuita ya retirado, me recibió con una juventud de esas que valen; a sus 91 años mantiene una lucidez envidiable y sus recuerdos intactos.
Pocos días después mi hija menor cumplía 7 años y el mismo día yo era gentilmente invitado a compartir un “almuerzo de escritores” con Claudia Piñeiro, José María Gatti y Juan Carlos Lynch. Recuerdo que durante ese almuerzo hablamos, entre otras cosas, del inminente comienzo de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara
Ahora, dispuesto y puesto a escribir sobre la feria, se me interponen imágenes desordenadas de estos hechos, relacionándose entre sí como las fichas de un dominó. Una niña, una vida consagrada y una escritora solo pueden remitirme a una cosa: el Premio Sor Juana Inés de la Cruz. Un prestigioso premio literario que se entrega anualmente desde 1993 (solo en el año 2000 fue declarado desierto), siendo el mayor reconocimiento a la producción literaria femenina en español
El pasado 1° de diciembre a las diez y media de la noche recordé el almuerzo. Recordé la mirada calma de la única mujer que compartía nuestra mesa. Y sentí satisfacción. Porque el pasado 1° de diciembre a las diez y media de la noche (siete y media en Guadalajara), la escritora argentina Claudia Piñeiro recibía el Premio Sor Juana Inés de la Cruz en reconocimiento a su obra Las grietas de Jara.
En virtud de este premio, su nombre quedará grabado en una placa conmemorativa en el Ágora Sor Juana Inés de la Cruz de Guadalajara. Un lugar que, como en las antiguas plazas públicas griegas, solo está reservado a los grandes. A las grandes, en este caso.
Sí, es cierto. Finalmente no escribí nada sobre la feria. Es que las fichas de dominó me hicieron jugar otro juego. Y estuvo bueno.