Internet de las Cosas: la blitzkrieg del siglo XXI
«El frente de batalla se ha perdido, y con él la ilusión que siempre había existido en un frente de batalla. En esta no hubo una guerra de ocupación, sino una guerra de penetración rápida y anulación».
Así comenzó un periodista de la revista Time su descripción de la invasión de Polonia por parte de la Alemania nazi en septiembre de 1939. Esa fue la primera vez que las fuerzas alemanas pusieron en práctica la blitzkrieg (guerra relámpago), una técnica militar aplicada por tierra y aire a una velocidad que deja al enemigo sin capacidad de reacción.
Hace unos días asistí en Buenos Aires a uno de los eventos tecnológicos más relevantes de la región, donde se presentaron soluciones innovadoras, tendencias y casos de uso relacionados con la computación en la nube (cloud computing). Curiosamente, de las más de seis horas que duró la jornada solo se dedicaron cuarenta y cinco minutos a Internet de las Cosas (#IoT).
Algunas horas después recibí en mi casilla de correo la información y agenda del que, sin dudas, será el congreso más influyente de la región en materia de industria agropecuaria. Durante cuatro días del mes de agosto se realizará en la ciudad de Rosario lo que describen como «la reunión más importante de referencia tecnológica en el continente y reconocido mundialmente como una verdadera red de actualización, intercambio y conocimiento de tecnologías avanzadas». Tiempo dedicado a Internet de las Cosas: cero.
La ausencia en la agenda de lo que Klaus Schwab definió como la cuarta revolución industrial debería ser una señal de alarma. Para mí lo es.
El mercado global de Internet de las Cosas para la industria (#IIoT por sus siglas en inglés) proyecta alcanzar los USD 123.8 billones para el 2021. El efecto que tendrá esto en una industria como la agropecuaria será revolucionario o devastador según seamos capaces de capitalizarlo o no.
Internet de las Cosas no es un producto. Internet de las Cosas es un concepto, un cambio de paradigma. Existe la creencia generalizada de que Internet de las Cosas es una ciencia privativa de la comunidad tecnológica cuando en realidad es una responsabilidad de todos.
Hace ya tiempo que venimos hablando de los cambios que se avecinan en el mundo del trabajo como si esto fuera una verdad revelada, cuando en realidad sabemos que a lo largo de la historia toda revolución industrial produjo un impacto significativo en el campo laboral. Aún así, seguimos siendo incapaces de dimensionar lo que Internet de las Cosas producirá en nuestras vidas.
El sistema educativo, por su parte, se mantiene en un movimiento rectilíneo uniforme, el mismo que transita desde hace más de un siglo. Me pregunto entonces: ¿cómo seremos capaces de capitalizar a nuestro favor los efectos de esta revolución si nuestros hijos, quienes serán los principales actores del cambio, permanecen en una burbuja?
Internet de las Cosas es la blitzkrieg del siglo XXI y, a menos que asumamos la responsabilidad de prepararnos y preparar a las generaciones futuras, nos va a pasar por arriba sin que nos demos cuenta. Y entonces sí, todos vamos a perder.