Keirô no hi

Treinta y seis horas después de haber salido de Buenos Aires llegué al Aeropuerto Internacional de Narita para enfrentarme al que sería el primer agosto estival de mi vida. El sol del mediodía reducía las sombras a su mínima expresión y los sombreros y sombrillas eran un accesorio corriente en la calle. El impacto cultural fue tan grande que por un momento me hIzo olvidar las quejas de mi cuerpo por las 12 horas de diferencia con Argentina.
“No duerma”, me alertaron en el hotel. “Espere a la noche”. No dormí en todo el día y recién después de cenar me acerqué a la cama. No dormí en toda la noche. (más…)