Cuando de compartir se trata
Empezar este texto diciendo que recuerdo algo de mi época de jardín de infantes sería faltar a la verdad. El que avisa no traiciona, así que ya saben. Mi vida de nene se desarrolla de una manera fantástica hasta ese terrible día en el que mamá mete un vaso de plástico, una servilleta bordada con frutillitas y un paquete de galletitas Manón en una mochila multicolor con la imagen de un oso, me la cuelga en la espalda y me lleva por primera vez a ese lugar que llaman «el jardín». Un lugar en el que nos recibe una señora vestida como si fuera una nena gigante. Ese lugar en el que voy a encontrar «un montón de amiguitos» que nunca pedí. Nunca. Me basta con ella. Y con «mis» juguetes. Pero a pesar de los llantos, gritos y patadas acertadas al aire, todo parece indicar que el asunto no es negociable. «Dejeló y vayasé», le dice a mi mamá la señora vestida de nena. Mi mamá se va llorando y yo me quedo llorando. No entiendo dónde está el negocio. (más…)